La mielina, una sustancia grasa que recubre las fibras nerviosas y permite la transmisión eficiente de señales eléctricas en el cerebro, podría desempeñar un papel fundamental como fuente de energía durante el esfuerzo físico extremo. Un estudio reciente ha demostrado que los niveles de mielina en ciertas regiones cerebrales disminuyen después de correr un maratón, sugiriendo que el cerebro podría usar esta sustancia cuando sus reservas energéticas se encuentran bajas.
El impacto de correr en el cerebro
Investigadores de la Universidad del País Vasco analizaron la actividad cerebral de corredores de maratón antes y después de completar la prueba.
Mediante el uso de Resonancia Magnética, descubrieron que los niveles de mielina se reducían en regiones cerebrales clave relacionadas con el control motor, la percepción sensorial y el procesamiento emocional. Sin embargo, esta reducción resultó ser temporal, ya que los niveles de mielina se restauraron completamente en un período de dos meses.
Tradicionalmente, la mielina se ha considerado esencial para la conducción rápida de impulsos nerviosos. No obstante, este estudio sugiere que también podría desempeñar un rol importante en el metabolismo energético del cerebro, al menos en condiciones de alta demanda física.
Efectos en la funcionalidad cognitiva
A pesar de la disminución temporal de mielina, el estudio no encontró evidencia de alteraciones significativas en la función cerebral de los corredores.
El equipo de investigadores, responsable de la investigación, continúa indagando si esta pérdida afecta el rendimiento cognitivo, pero hasta ahora los resultados indican que el impacto es mínimo o inexistente. De hecho, se cree que este proceso podría ser beneficioso, ya que ayuda a “entrenar” la maquinaria metabólica del cerebro.
Mustapha Bouhrara, experto en neuroimagen del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, coincide en que la reducción de mielina no representa un riesgo, sino que podría mejorar la capacidad del cerebro para regenerar mielina rápidamente en caso de daño.
Un estudio inspirado en el maratón
La idea del estudio surgió de la propia experiencia de Carlos Matute (neurocientífico y líder de la investigación) como corredor de maratones. Mientras entrenaba, se preguntó cómo el cerebro era capaz de sostener un esfuerzo tan prolongado.
La mielina, que constituye hasta el 40% del sistema nervioso central en peso y está compuesta en gran parte por grasas, se perfilaba como un recurso estratégico de energía en condiciones extremas.
Para probar su hipótesis, los investigadores analizaron a 10 corredores amateurs experimentados (8 hombres y 2 mujeres) con edades entre 45 y 73 años, escaneando sus cerebros antes y después de varias maratones en España en 2022 y 2023. Detectaron una reducción significativa de mielina en 12 regiones cerebrales clave tras la carrera. “No era una pérdida drástica, pero sí una reducción clara en áreas específicas”, señaló Matute.
El proceso de recuperación de la mielina
Dos semanas después de la carrera, los investigadores observaron signos de remielinización, y a los dos meses, los niveles de mielina habían vuelto a la normalidad. Este proceso sugiere que el cerebro tiene una gran capacidad de regeneración, al menos en individuos saludables.
Klaus-Armin Nave, experto en biología de la mielina del Instituto Max Planck en Alemania, destacó que este estudio proporciona una evidencia sólida de que la mielina puede actuar como un amortiguador energético. Su equipo había observado un fenómeno similar en tejido cerebral de ratones, pero sin la posibilidad de medir su recuperación.
Implicaciones para la Medicina y la Neurociencia
Comprender el papel de la mielina en el metabolismo cerebral podría ofrecer nuevas pistas sobre Enfermedades Neurológicas en las que la mielina se daña, como la Esclerosis Múltiple. “Si logramos entender cómo la mielina se degrada y se regenera en los corredores, podríamos encontrar nuevas estrategias para tratar Trastornos Desmielinizantes”, sugiere Matute.
A pesar de los hallazgos, el estudio tiene algunas limitaciones. La muestra de participantes fue pequeña y mayoritariamente masculina. Además, la técnica de imagen utilizada no mide la mielina directamente, sino la cantidad de agua atrapada en ella, lo que podría afectar la precisión de los resultados.
Nuevas pistas sobre la plasticidad del cerebro
Este descubrimiento también plantea preguntas fascinantes sobre la evolución humana y la relación entre resistencia física y adaptación cerebral. Dado que nuestros ancestros dependían de la capacidad para recorrer largas distancias en la caza y la migración, es posible que el uso de la mielina como reserva energética haya sido un mecanismo adaptativo clave.
En condiciones de Estrés Metabólico, como la falta de alimento o el esfuerzo prolongado, el cerebro podría haber desarrollado esta estrategia para mantener su funcionalidad sin comprometer la supervivencia.
Futuras investigaciones podrían explorar si este fenómeno es exclusivo de atletas de alta resistencia o si también ocurre en otras situaciones de alta demanda cognitiva o física, como en trabajos extremos o incluso en estados de ayuno prolongado.
Esto no sólo ampliaría nuestro entendimiento de la plasticidad cerebral, sino que también podría tener implicaciones en el diseño de estrategias nutricionales y de entrenamiento para optimizar el rendimiento físico y mental.
