La Cardiopatía Isquémica sigue constituyendo la primera causa de mortalidad

La Cardiopatía Isquémica sigue constituyendo la primera causa de mortalidad

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 07/06/2019

La cardiopatía isquémica es una enfermedad del corazón producida por un insuficiente aporte de sangre al músculo cardíaco (miocardio), privándole del oxígeno y los nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento.

 

Causas de la cardiopatía isquémica

Las causas de la cardiopatía isquémica son múltiples pero la más frecuente es una reducción del calibre de las arterias que llevan la sangre al corazón (arterias coronarias), que origina una disminución del caudal del flujo sanguíneo.

 

En los países desarrollados esta reducción del calibre arterial se debe habitualmente a la formación de depósitos grasos patológicos (ateromas) en la pared interna de la arteria. Están constituidos por grasa (LDL o “colesterol malo”) que engloba células inflamatorias y de la coagulación sanguínea

 

Con el paso del tiempo, la arteria se convierte en un conducto rígido y duro (arteriosclerosis) con grados variables de estrechez de su luz que limita el flujo o lo anula si se cierra totalmente, causando la muerte celular del tejido (necrosis, infarto), con consecuencias clínicas muy graves, tanto para la calidad de vida como para la supervivencia.

Cardiopatia

Factores de riesgo de la cardiopatía isquémica

Los principales responsables de este proceso son la edad, los factores genéticos y la exposición prolongada a los denominados factores de riesgo cardiovascular, entre los que destacan inadecuados hábitos higiénico-dietéticos (obesidad, sedentarismo), el consumo de tabaco, la elevación patológica de la presión arterial y del contenido en sangre de grasas (dislipemias) ó glucosa (diabetes).

 

La aparición de enfermedad cardiovascular en miembros de la misma familia a edades tempranas orienta hacia una susceptibilidad genética - a veces manifestada como una elevación marcada del colesterol en la sangre (hipercolesterolemia familiar)- que obliga a extremar las medidas de prevención y control de factores de riesgo para mejorar las expectativas de vida.

 

Cardiopatía isquémica, la epidemia del S. XXI

Se puede considerar una epidemia de nuestro siglo y sigue constituyendo la primera causa de mortalidad, que se expresa más frecuentemente en el hombre como infarto de miocardio y en la mujer como infarto cerebral (ictus) por mayor afectación de las arterias coronarias o cerebrales, respectivamente. Tras la menopausia el riesgo de enfermedad cardiovascular se eleva significativamente igualándose con el del varón.

 

Las manifestaciones clínicas de la enfermedad cardiovascular son variadas y van desde la aparición de dolor torácico típico (angina), infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca o alteraciones eléctricas del corazón, que pueden causar muerte súbita como primer síntoma de la enfermedad.

 

Es fundamental promover una medicina basada en la prevención más que en el tratamiento, a través del control de los factores de riesgo desde la infancia y la detección precoz de enfermedad cardiovascular para evitar su progresión.

 

Prevención de la cardiopatía isquémica

Desde el punto de vista preventivo hay que fomentar a través de planes de educación sociosanitaria la implementación de medidas dietéticas (dieta mediterránea, con nuestro aceite de oliva, pescados azules, frutos secos, vegetales y legumbres), ejercicio físico regular, control de la obesidad infantil (restricción de bebidas azucaradas) y abandono del consumo de tabaco, así como otro tipo de drogas recreacionales.

 

La detección precoz de enfermedad cardiovascular se debe efectuar a través de exámenes periódicos de salud, especialmente en aquellas personas más expuestas, como las que tienen antecedentes familiares, mayor edad (a partir de los 40 años en el varón y tras la menopausia en la mujer) o elevada carga de factores de riesgo.

 

Hoy en día, para detectar la enfermedad cardiovascular en etapas muy tempranas los cardiólogos disponemos de técnicas de imagen muy sofisticadas, como la ecografía tridimensional o el angioTAC coronario, que pueden mostrar los primeros ateromas en la pared de las arterias. Incluso se puede realizar una predicción de poder desarrollar enfermedad cardiovascular en personas con antecedentes familiares, estudiando determinados marcadores genéticos. Siempre será fundamental una buena historia clínica con exploración adecuada de la presión arterial y de los pulsos arteriales, búsqueda de ruidos vasculares o cardíacos anómalos (soplos) o diferencias de presión arterial en las extremidades, que pueden orientar al diagnóstico de una enfermedad arterial periférica.

 

El reconocimiento general se debe completar con una analítica completa en la que esté incluida la determinación del nivel de lípidos (colesterol y triglicéridos) y de glucosa, así como un electrocardiograma de 12 derivaciones. Asimismo, son muy útiles la realización de una ecografía cardíaca para valorar la anatomía y función del corazón y una prueba de esfuerzo con monitorización electrocardiográfica (ergometría), para detectar datos iniciales de insuficiencia coronaria y poder iniciar ejercicio físico sin riesgo de complicaciones.

 

Ante la sospecha de una cardiopatía isquémica o evidencia clínica de la misma por existencia de datos objetivos, disponemos de excelentes medidas complementarias de diagnóstico que permitirán un abordaje terapéutico específico. La inyección de contraste en las arterias coronarias (arteriografía coronaria) utilizando un catéter que se introduce en la arteria radial situada en la muñeca permite una visualización completa de la circulación coronaria. Si existe una zona de la arteria obstruida puede dilatarse mediante el inflado de un balón (angioplastia) implantando posteriormente una malla metálica (stent) para que no vuelva a cerrarse. En casos determinados se deberá optar por la revascularización quirúrgica, realizando puentes aortocoronarios que salvan la obstrucción arterial.

 

En cualquier caso, los cambios en los hábitos de vida y el control específico de los factores de riesgo con objetivos de control muy ambiciosos en las personas más expuestas, permitirá reducir la posibilidad de desarrollar la enfermedad cardiovascular o detener su progresión si ya existe, evitando sus temibles complicaciones, principalmente el infarto de miocardio y el ictus.

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