Vivir con condromalacia rotuliana

Vivir con condromalacia rotuliana

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 30/04/2019

La condromalacia rotuliana es una degeneración del cartílago articular que recubre la rótula, en la zona interior donde se articula el fémur. Representa entre el 10% y el 25% de las consultas por problemas en la rodilla a especialistas en Traumatología y Fisioterapia, y afecta a adultos jóvenes, algo más a las mujeres.

Cuando el cartílago hialino, cuya función es facilitar el deslizamiento de los huesos en sus extremos articulares y la absorción de impactos, está dañado, la rótula y el fémur no se deslizan suavemente entre sí, hecho que aumenta el desgaste y el roce entre ellos.

Aunque nos puede imponer limitaciones, la condromalacia rotuliana no es el fin de un deportista, ni de un corredor, ni siquiera de un maratoniano.

Existen cuatro grados de lesión:

  • Grado 1: edema y cartílago reblandecido.
  • Grado 2: fisuración o alteración de la superficie del cartílago.
  • Grado 3: alteración de las capas más profundas del cartílago.
  • Grado 4: afectación del hueso subcondral.

 

Causas de la condromalacia rotuliana

Aunque las causas de muchas condromalacias son desconocidas (idiopáticas), se piensa que la mayoría están causadas por traumatismos repetidos de baja intensidad. Por otro lado, hay muchos factores predisponentes que favorecen la aparición de esta patología, tales como alteraciones del alineamiento de la rodilla, traumatismos repetidos de mediana o alta intensidad, displasias de la articulación que causan mala congruencia entre la rótula y el fémur, los traumatismos directos de alta intensidad o, menos común, las enfermedades reumáticas o autoinmunes, como la artritis reumatoide, la obesidad y las enfermedades metabólicas, las infecciones o las secuelas de accidentes.

 

Diagnóstico de la condromalacia rotuliana

El diagnóstico de la condromalacia rotuliana se realiza mediante la historia clínica y las pruebas de imagen.

Normalmente, los pacientes presentan dolor en la cara anterior de la rodilla, a veces irradiado al hueco poplíteo, crepitación al doblar y extender la rodilla, quemazón, sensación de presión o hinchazón o, menos habitual, episodios de fallo o inseguridad, sobre todo al bajar y subir escaleras o después de estar mucho tiempo sentados con las piernas encogidas, al empezar a caminar (“signo de la butaca” o “movie sign”, en inglés).

Para confirmar el diagnóstico, o para descartar otras causas de dolor, se realiza la resonancia magnética nuclear. Las radiografías simples y el TAC o escáner dinámico reflejan que hay mal alineamientos de la rótula con el fémur, mala posición o mala congruencia (son formas, más o menos graves de displasia). Todo ello contribuye a que el apoyo entre los dos huesos no sea óptimo, facilitando el desgaste precoz (es como un coche con el paralelo mal hecho, las ruedas se desgastan más).

 

Tratamiento de la condromalacia rotuliana

No hay un tratamiento definitivo que revierta la degeneración del cartílago. En función del grado y la limitación del paciente, se puede recurrir desde la fisioterapia o el ejercicio, hasta el uso de fármacos protectores del cartílago, las infiltraciones de ortokine, factores de crecimiento o ácido hialurónico.

Con los cuidados posturales se quiere evitar estar con la rodilla flexionada durante mucho tiempo seguido. Hay que doblarlas y estirarlas con frecuencia, y evitar ponerse de rodillas o en cuclillas. Además, mejor no subir y bajar escaleras si no es necesario o si tenemos condromalacia, no nos entrenan la rodilla y nos desgastan el cartílago.

En caso de condromalacia rotuliana la fisioterapia está orientada a aliviar el dolor y potenciar él cuádriceps. Sin duda, el corredor puede tener que modificar su zancada y renunciar a algunos ejercicios, pero mejor esto que no correr. La adaptación del ejercicio o su modulación o la combinación con otras disciplinas menos traumáticas para las articulaciones puede ser clave.

Los medicamentos condroprotectores tienen la mayor evidencia científica en preservación del cartílago a largo plazo. Otros productos como el colágeno, el magnesio, el hialurónico… pueden ser buenos, pero no cuentan con la evidencia que exige el método científico.

Las infiltraciones de ácido hialurónico y plasma rico en factores de crecimiento mejoran la sensación de rigidez, crepitación, dolor y movilidad de los pacientes. Sin embargo, en el tratamiento de lesiones degenerativas de las articulaciones el plasma rico en factores de crecimiento se ha mostrado más inconsistente, con mejorías poco duraderas.

condromalacia rotuliana

El Ortokine (suero autólogo condicionado) es una terapia biológica a través de la cual la sangre que se obtiene del paciente se incuba durante 7-8 horas a temperatura corporal (37º) en unas jeringas especiales que contienen perlas de cristal. De esta manera se generan Factores de Crecimiento así como grandes cantidades de la proteína IL-1ra, que es el principal anti-inflamatorio natural de nuestro organismo. Esta combinación está especialmente indicada en condromalacia, artrosis dolorosas y con inflamación, tanto en articulaciones como en espalda, y tendinopatías. Muchas investigaciones destacan sus beneficios en la reducción del dolor, mejoría de la movilidad y, sobre todo, sus resultados son más duraderos que con otras terapias, con mejorías que pueden durar más de dos años.

Por su parte, las verdaderas células madre tienen pocas evidencias científicas, en series pequeñas. Los resultados son similares a otras infiltraciones pero su precio puede ser entre 3-10 veces mayor que las terapias citadas, dependiendo de si son cultivadas o no, por lo que actualmente no se pueden considerar una opción de tratamiento común.

Las artroscopias no tienen que realizarse para establecer el diagnóstico de la condromalacia. Las “artroscopias de limpieza” normalmente ofrecen una mejoría transitoria, seguramente porque se regularizan flecos de cartílago muy inestable y se limpian los mediadores de la inflamación, pero tras un tiempo, a las semanas o meses, el paciente está igual. Estas mejorías suelen poderse conseguir con las infiltraciones, sin necesidad de operar.

En defectos focales de cartílago se pueden emplear para hacer cruentaciones o sangrado, así como microperforaciones en el hueso subcondral que estimulen la reparación lenta del cartílago dañado, aunque difícilmente éste llega a ser de calidad óptima.

El cultivo de condrocitos, junto a los factores de crecimiento o a otras sustancias, se utiliza para los defectos focales del cartílago. Esto ocurre cuando existe un “cráter” en el mismo. Se aplican en defectos de 2-8 cm cuadrados, pero la condromalacia es, en general, un defecto difuso de todo el cartílago, no una lesión osteocondral focal (aquella que afecta al cartílago y al hueso subcondral), por lo que este tratamiento no estaría indicado. Estas técnicas de cultivos celulares implican dos operaciones (una para tomar cartílago y otra para implantarlo). Su precio es muy elevado y, tras 25 años en uso, pese a unos buenos resultados clínicos, tiene sus indicaciones muy restringidas y limitaciones.

 

Vivir con condromalacia rotuliana

La condromalacia duele a temporadas, a veces más, a veces menos, dependiendo de muchos factores. Es posible que el atleta pueda tener que modificar su forma de entrenamiento, combinar otros deportes quizá, pero no quiere decir que tenga que renunciar a su deporte favorito.

No hay evidencias científicas que permitan cuantificar qué pesa más en el desarrollo de artrosis: si correr, aunque sea menos, tomar condroprotectores, infiltrarse ocasionalmente las rodillas o vivir, sin correr pesando, día a día 10-15 kilos más y asumir los efectos del metabolismo del tejido adiposo, que genera muchos radicales inflamatorios que dañan el tejido conectivo, además del factor mecánico.

Como traumatólogo siempre explico todos estos aspectos a los pacientes, el papel modulador del ejercicio en el umbral del dolor o de protección de la musculatura sobre la articulación. Hacer deporte, correr, tan de moda, exige un sacrificio pero nos permite vivir nuestra vida a otra velocidad. Si alguna vez fuimos, como explican algunos antropólogos, cazadores por extenuación de nuestras presas, y a la vista de la fiebre por el deporte que nos rodea, no hay duda que hemos “nacido para correr”.