¿Qué son las Neoplasias Mieloproliferativas y como se diagnostican?

¿Qué son las Neoplasias Mieloproliferativas y como se diagnostican?

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 16/06/2019

Se denomina Neoplasias Mieloproliferativas a un grupo de tres enfermedades: la Trombocitemia Esencial, la Policitemia Vera y la Mielofibrosis Primaria, que presentan características similares.

Se trata de enfermedades crónicas que se caracterizan por un exceso de producción de glóbulos rojos (hematíes), glóbulos blancos (leucocitos) y plaquetas (fragmentos celulares indispensables para la coagulación) que se originan en una célula madre sanguínea localizada en la médula ósea que adquiere un comportamiento anormal (generalmente por una mutación genética que adquiere), empezando a proliferar sin control.

De manera simple, la Trombocitemia Esencial se caracteriza por un aumento de la cifra de plaquetas, la Policitemia Vera por aumento de los glóbulos rojos y la Mielofibrosis Primaria por una fibrosis (cicatrización) de la médula ósea que suele acompañarse de un aumento de las plaquetas y de los leucocitos en las fases precoces, pero que frecuentemente cursa con anemia y aumento del tamaño del bazo (esplenomegalia) en el momento del diagnóstico.

 

Diagnóstico de las Neoplasias Mieloproliferativas

En general, estas enfermedades se diagnostican en un paciente sin síntomas, cuando se practica un análisis de rutina o por otros motivos médicos y entonces se detecta un aumento de hematíes, leucocitos o plaquetas en el caso de la Trombocitemia Esencial o de la Policitemia Vera, o anemia con aumento del tamaño del bazo en el caso de la Mielofibrosis Primaria.

Vista de las células según las distintas
neoplasias mieloproliferativas

 

El primer paso del hematólogo es diferenciar estos aumentos de células anormales de los aumentos secundarios o reactivos de las células sanguíneas normales por otros motivos. Un paciente con una enfermedad respiratoria crónica, como por ejemplo un enfisema, o incluso un fumador pueden presentar un aumento de glóbulos rojos como compensación fisiológica del organismo a una falta de oxígeno en los tejidos derivada de una enfermedad pulmonar crónica o del tabaquismo. Otro ejemplo sería el aumento de la cifra de plaquetas que puede observarse como fenómeno reactivo a la falta de hierro en una mujer con menstruaciones abundantes y en otras circunstancias como enfermedades inflamatorias crónicas (artritis). Así mismo, el exceso de leucocitos es relativamente frecuente en las infecciones por bacterias, en el tabaquismo o en los pacientes que toman corticoides. Por tanto, en la primera visita, el especialista intentará descubrir si existe alguna de estas causas que, sin ser malignas, pueden producir aumentos en el número de células sanguíneas.

En caso de que no sea evidente una causa que explique dicho aumento, los hematólogos debemos solicitar algunas pruebas para descartar o confirmar la existencia de alguna de estas enfermedades. Como actitud práctica, en primer lugar preguntamos al paciente si tiene análisis anteriores en los que podamos ver si ya existía este aumento o una tendencia al mismo. Si los análisis previos eran normales y ha sido en los últimos en los que se ha documentado el aumento de forma mantenida, sospechamos que pueda tratarse del inicio de una neoplasia mieloproliferativa.

El primer paso que se lleva a cabo es un análisis de sangre para detectar la existencia de mutaciones asociadas a estas enfermedades y que corresponden a unos genes denominados JAK2, Calreticulina (CALR) y receptor de la trombopoyetina (MPL).

Como información básica debe saberse que la mutación del gen JAK2, específicamente JAK2 V617F se detecta en el 95%, 60% y 60% de los pacientes con Policitemia Vera, Trombocitemia Esencial y Mielofibrosis Primaria, respectivamente. En caso de que la detección de la mutación JAK2 V617F sea negativa, se solicita el estudio del resto de mutaciones si sospechamos que el paciente pueda tener una Trombocitemia Esencial o una Mielofibrosis Primaria. La presencia de alguna de estas mutaciones no significa que se transmitan de forma hereditaria, sino que las células madre sanguíneas las adquieren por causas desconocidas en algún momento de la vida del paciente.

Cuando el resultado del análisis genético confirma la existencia de alguna de estas mutaciones, debemos solicitar más pruebas con la finalidad de poder establecer un diagnóstico de certeza. La principal prueba que se utiliza para el diagnóstico acostumbra a ser el estudio de la médula ósea a través de lo que denominamos aspirado medular y biopsia ósea. Ambas pruebas consisten en la punción con una aguja fina de una zona ósea accesible (generalmente en la cresta ilíaca o en el esternón y previa anestesia local) a fin de extraer una pequeña cantidad de células madre sanguíneas. El análisis microscópico de las características y del porcentaje de estas células nos ayudará a poder establecer un diagnóstico concreto.

Frecuentemente, también se solicita una ecografía abdominal para detectar si el bazo está aumentado de tamaño, circunstancia relativamente frecuente, aunque en porcentaje variable, en cada una de estas enfermedades. Con todos estos datos, los hematólogos aplicamos una serie de criterios diagnósticos definidos por la Clasificación Internacional de Tumores de la Organización Mundial de la Salud que nos permite confirmar la existencia de la enfermedad.