Por qué se produce una alergia infantil y cómo abordarla

Por qué se produce una alergia infantil y cómo abordarla

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 14/06/2019

La alergia es una alteración del sistema inmunológico en que éste responde ante sustancias inofensivas, provocando una reacción alérgica. Su diagnóstico precoz y su tratamiento a tiempo podrán evitar posibles complicaciones futuras. Es esencial que todos los adultos que estén al cuidado del menor tengan constancia de la enfermedad y las medidas terapéuticas.

Qué es la alergia

La alergia es una alteración del sistema inmunológico. Cuando un agente (bacteria, virus o sustancia extraña -diferente- al organismo) entra en nuestro interior se produce una “lucha” entre el sistema inmune y el agente invasor. En la batalla el sistema inmune sintetiza unas sustancias (anticuerpos) especializadas en la destrucción de dicho agente. Esto hará que, si en el futuro volvemos a ser atacados por el agente invasor, será destruido rápidamente por los anticuerpos.
Las enfermedades alérgicas se producen cuando, por error, nuestro sistema inmune se confunde, reconoce como nocivas sustancias que son inofensivas y fabrica anticuerpos (de tipo IgE) frente a ellas. A esas sustancias inofensivas ante las que nuestro sistema inmune responde creando anticuerpos se les llama alérgenos. Los principales son: pólenes de algunas plantas, algunos alimentos y medicamentos, algunos mohos, pelos de animales y ciertos animalitos microscópicos que se alimentan con el polvo denominados ácaros. 
Cuando una persona se ha sensibilizado frente a un alérgeno, cada vez que se pone en contacto con él se produce una "lucha" entre el alérgeno y el anticuerpo, cuyo resultado es la reacción alérgica.

 

Atopia o predisposición hereditaria a la alergia

Las enfermedades alérgicas tienen mucho que ver con la herencia. No se hereda una enfermedad alérgica sino la predisposición a contraerla. A esta predisposición genética se le llama Atopia. Por tanto, un niño atópico es un niño que ha nacido con predisposición genética a padecer enfermedades alérgicas. Este niño puede permanecer durante años, incluso toda la vida, sin presentar ninguna enfermedad alérgica. Sin embargo, otros pueden debutar con manifestaciones alérgicas desde los primeros días de vida. 
Los pacientes atópicos se suelen caracterizar, además, por presentar una piel y unas mucosas (piel que recubre internamente los órganos) exageradamente reactivas frente a irritantes inespecíficos: contaminación, picadura de insectos, infecciones víricas, etc. 

 

Diagnóstico de enfermedades alérgicas

No siempre el asma, rinitis, dermatitis atópica, urticaria, etc. están desencadenadas por un mecanismo alérgico. Es muy importante, por tanto, un correcto diagnóstico en los niños que las padezcan. Corresponde al pediatra dirigir tal diagnóstico y decidir cuándo es pertinente o no un estudio alergológico, que siempre debería ser realizado por un especialista en Alergología.
Para poder asegurar que una determinada enfermedad está causada por un problema alérgico el médico debe ser capaz de detectar, por diversos medios, la presencia en el niño de los anticuerpos (IgE) producidos por nuestro organismo en respuesta al contacto con el alérgeno. Los anticuerpos creados se encuentran en la sangre pero, además, se fijan a unas células especiales de la piel y de las mucosas. Por ello la forma más rápida y sencilla de detectar los anticuerpos son las pruebas alérgicas, que consisten en aplicar el alérgeno en la piel, realizar una pequeña incisión o puntura, y esperar unos minutos. Si hay una inflamación alrededor del sitio de inoculación indica presencia de anticuerpos y sensibilización frente a dicho alérgeno.
Existen también métodos de laboratorio más sofisticados que permiten analizar la sangre del paciente para detectar directamente los anticuerpos. La sola presencia de anticuerpos nos permite afirmar que el niño se ha sensibilizado pero ello no quiere decir que, en todos los casos, esa sensibilización sea la responsable de la enfermedad que padece el niño. En caso de dudas el alergólogo recurre a pruebas de tolerancia o provocación, que consisten en administrar, de modo controlado, el alérgeno sospechoso y comprobar que la respuesta clínica obtenida se corresponde con la enfermedad del paciente. Estas pruebas de provocación se pueden hacer tanto para la alergia alimentaria como para la alergia a fármacos o respiratoria. Tienen cierto riesgo, por lo que siempre corresponde al alergólogo evaluar el momento idóneo en que es necesaria su realización.

 

Tratamiento de las enfermedades alérgicas

El tratamiento de las enfermedades alérgicas es muy eficaz y se sostiene en cuatro pilares fundamentales: 
1)    Medidas de prevención. En primer lugar debe conocerse la causa que provoca la patología alérgica para poder aplicarse las adecuadas medidas de prevención: evitar la exposición al alérgeno puede reducir e incluso eliminar los síntomas alérgicos.
2)    Tratamiento farmacológico. En segundo lugar, el tratamiento farmacológico adecuado. En la actualidad existe un amplio abanico de fármacos capaces de mantener bajo control la mayoría de las patologías alérgicas. Cualquier fármaco puede provocar efectos adversos pero, correctamente indicados y administrados, los fármacos que hoy disponemos son, afortunadamente, muy eficaces y seguros.
3)    Innmunoterapia. En tercer lugar la inmunoterpia o vacunación antialérgica específica, única medida terapéutica que se ha demostrado eficaz para influir en la evolución natural de la enfermedad. Como cualquier otro fármaco no está exenta de efectos secundarios, por lo que debe ser siempre prescrita y controlada por un alergólogo. Está indicada cuando no se controla de modo adecuado la enfermedad alérgica, a pesar de las medidas de evitación del alérgeno y de la administración de los fármacos más inocuos.
4)    Educación y autocontrol. En cuarto lugar educación y autocontrol, basado en el  conocimiento de la enfermedad que padece el niño. Debe conocerse mediante un informe escrito el tipo de alergia que se padece, las medidas de prevención adecuadas, así como el correcto manejo del tratamiento indicado: técnicas de inhalación, circunstancias en que debe aumentarse o eliminarse, así como el modo de actuación en caso de empeoramiento. 
Es muy importante que el diagnóstico de la enfermedad que padece el niño y todas las medidas terapéuticas encaminadas a su control sean conocidas no solo por los padres del niño y su pediatra, sino también por los maestros y toda persona que en un momento determinado vaya a hacerse cargo del cuidado del niño (abuelos, excursiones, etc.).

La alergia tiene distintas manifestaciones, siendo las más frecuentes rinitis, asma, urticaria, dermatitis, conjuntivitis, entre otras. Es de suma importancia que se conozca la causa de la alergia para tratarla adecuadamente. Las enfermedades alérgicas, aunque no todas, tienen un alto grado de curación si se aplican las medidas que eviten o reduzcan la exposición al alérgeno/s y se sigue un tratamiento específico adecuado. La inmensa mayoría de ellas pueden mantenerse bajo control. Para ello ha de conseguirse la colaboración de todas las personas que tienen contacto con el niño: personal sanitario, familiares, maestros y educadores, etc. sin olvidarnos nunca del propio paciente. Ha de evitarse, por tanto, la automedicación y, en caso de duda, consultar con su pediatra y/o alergólogo.