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Las fobias en la infancia y la adolescencia

Las fobias en la infancia y la adolescencia

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La redacción de Top Doctors
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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 04/06/2019

Etimológicamente fobia significa, miedo, pánico y terror. La descripción de miedos irracionales aparece ya en papiros egipcios y en el Corpus Hipocraticum. Como terminología médica aparece en primer lugar en un trabajo de Celso en el que se refiere a la hidrofobia como un síntoma importante de la rabia. El concepto de fobia en su acepción actual aparece en 1801.

 

A lo largo su desarrollo los niños y adolescentes tienen que enfrentarse a situaciones nuevas con las que deben familiarizarse. Por este motivo el miedo es frecuente durante esta etapa del desarrollo personal. Algunos de los miedos más comunes en la infancia y la adolescencia son el miedo a la oscuridad, a la soledad, a ciertos animales, a personas extrañas, a fantasmas o monstruos, al agua, a ser agredido, al otro sexo o a las deformaciones del propio cuerpo. 

fobias adolescencia
Los traumas en la infancia y adolescencia pueden desencadenar en fobias en la edad adulta
 

El niño y el adolescente podrán enfrentarse con éxito a un miedo banal si sus padres ejercen una acción de soporte, lo apoyan, y al mismo tiempo respetan su ritmo de adecuación y de adaptación a la situación que les genera este miedo. Si los padres actúan con una actitud de sobreprotección y evitan de forma constante y excesiva que el niño se enfrente con la situación de peligro, este se volverá temeroso y adoptará una personalidad evitadora incapaz de soportar la experiencia de miedo. Por otro lado si los padres ejercen una acción de enfrentamiento del niño con los objetos que le generan miedo por encima de sus posibilidades de adecuación físicas y psíquicas, el fracaso del niño para enfrentarse a este miedo hará que se eleve notablemente su resistencia a enfrentarse con aquello que es objeto de temor.

 

Desde un punto de vista educativo el niño debe aprender a evitar de manera progresiva las situaciones que representen un peligro objetivo, para no enfrentarse a riesgos inútiles. A su vez deberá reconocer aquellas situaciones que, si bien le producen temor, no constituyen una situación de riesgo. De este modo madurará con el progreso que significa ser capaz de afrontar lentamente situaciones nuevas. Hacia los siete u ocho años los miedos corrientes se atenúan o desaparecen, gracias a que el niño se da cuenta de que determinadas situaciones, objetos o personas que le daban miedo no suponen ningún peligro real. 

 

Sólo hablaremos de fobias cuando un miedo específico se asocia a una conducta de evitación, produciendo un daño en la adaptación personal o en la relación social del niño. La fobia consiste en la repulsión o temor angustiante relacionado específicamente con la presencia de un objeto, ser o situación que, por sus características concretas no justifica este estado de ansiedad.  La fobia no es incapacitante en un principio, pero interfiere de forma notable en la actividad social del sujeto y también en su rendimiento productivo. En algunos casos más graves puede provocar absentismo escolar (fobia escolar), una depresión o bien abuso de drogas.