El ligamento cruzado anterior y sus lesiones

El ligamento cruzado anterior y sus lesiones

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 07/06/2019

¿Dónde está situado el ligamento cruzado anterior y qué función cumple?

El ligamento cruzado anterior (LCA) está situado en el centro de la rodilla. Su inserción proximal se encuentra en la cara medial del cóndilo femoral externo y su inserción distal en la parte anterior de la tibia. Su principal función es limitar la traslación anterior de la tibia con respecto al fémur y también la rotación interna de la tibia en los últimos grados de extensión de la rodilla. 

ligamento cruzado anterior
La rotura del ligamento cruzado anterior provoca problemas de estabilidad y puede causar lesiones en el menisco
 

 

¿Qué trastornos puede padecer?

El principal trastorno que afecta al LCA es la rotura. Suele ocurrir en un traumatismo indirecto en el que el pie queda fijo en el suelo (se clavan firmemente los tacos durante la práctica del fútbol o no salta adecuadamente la fijación de un esquí) y el cuerpo sigue girando produciendo una rotación excesiva de la rodilla que finalmente rompe el ligamento. La rotura produce el fenómeno llamado "pivot shift", que el paciente refiere como un fallo de la rodilla que le impide recuperar su nivel de actividad deportiva debido al dolor, la falta de estabilidad y la tumefacción.  

En ocasiones se producen lesiones parciales del ligamento. En estos casos, si la estabilidad de la rodilla se mantiene puede plantearse un tratamiento conservador. La estabilidad que aporta el LCA a la rodilla protege  el menisco, de manera que en lesiones crónicas es frecuente que se produzca una rotura de menisco parcial. En caso de existir un edema óseo o lesiones de menisco asociadas se debe proceder a la reconstrucción del ligamento y al tratamiento de éstas. En casos donde exista una lesión parcial del ligamento sintomática sin lesiones asociadas se puede realizar una reconstrucción parcial, con muy buenos resultados ya que parte del tejido no se ha dañado.

 

¿En qué casos debemos proceder a su reconstrucción? ¿Es siempre necesaria?

En pacientes jóvenes y activos la reconstrucción del ligamento es el mejor tratamiento posible. El tratamiento no quirúrgico puede dar lugar a un riesgo elevado de episodios de fallo que  imposibilitarán la práctica deportiva.  Además  demorar el tratamiento en pacientes con inestabilidad  aumenta el riesgo de lesiones secundarias que empeoran el pronóstico.

En casos de pacientes mayores, sedentarios y que no presenten episodios de fallo en sus actividades diarias se podrá plantear un tratamiento no quirúrgico, pero deberán limitar sus actividades de manera importante.

 

¿En qué consiste la intervención?

La intervención consiste en la reconstrucción del LCA. Los intentos de reparar el ligamento suturando los extremos rotos no tienen éxito, hay que hacer un ligamento nuevo. Para ello se emplean diferentes plastias o tejidos que pueden obtenerse del mismo paciente (autoinjertos) o de un donante (aloinjertos). Se realizan unos túneles en el fémur o la tibia y se fijan los extremos con diferentes dispositivos. La tendencia actual es realizar reconstrucciones anatómicas, intentando reproducir fielmente la anatomía del LCA nativo.

 

¿Cuánto tardará el paciente en recuperarse por completo?

La recuperación suele ser rápida. Se recomienda el uso de muletas durante 3-4 semanas y se aplican profilaxis con inyecciones subcutáneas de heparina durante 10-15 días. En algunos casos en que sea necesario limitar la movilidad de la rodilla puede usarse una órtesis de rodilla. La mayoría de los pacientes podrá hacer vida normal, sin demanda física, pasadas unas 6 semanas.

Para la reincorporación a la actividad deportiva es necesario más tiempo. Tras la aplicación de la plastia se inicia una fase de "ligamentización" del tejido, cuya duración está  marcada por los procesos bioquímicos e histológicos que están ocurriendo en el nuevo ligamento. Durante este periodo de tiempo la resistencia de la plastia disminuye con respecto a la inicial, justo después de la cirugía.  Es importante tener esto en cuenta dado que el proceso es independiente de la recuperación de la movilidad y de la sensación subjetiva que el paciente tiene de su rodilla. Someter  la plastia antes de tiempo a solicitaciones mecánicas para las que  no está preparada dará lugar a fallos precoces que harán necesaria una segunda cirugía. Ésta presentará mayores complicaciones y peores resultados funcionales. Hay que hacerlo una vez, y hacerlo bien.