La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más frecuentes a nivel mundial y su prevalencia aumenta con la edad. En Argentina, según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2018), alrededor del 12,7% de los adultos tiene diagnóstico de diabetes, con mayor concentración en la población mayor de 65 años.
El envejecimiento poblacional, junto con estilos de vida sedentarios y cambios en la alimentación, ha convertido a la diabetes en un problema de salud pública que impacta directamente en la calidad de vida, autonomía y sobrevida de las personas mayores.
Cambios fisiológicos del envejecimiento y riesgo de diabetes
En el adulto mayor, el metabolismo de la glucosa se ve afectado por:
- Pérdida de masa muscular (Sarcopenia), que reduce la utilización de glucosa.
- Aumento de grasa visceral, que favorece la resistencia a la insulina.
- Disminución progresiva de la secreción pancreática de insulina.
- Presencia frecuente de otras enfermedades crónicas que interfieren en el control glucémico.
Estos cambios se combinan con factores externos como inactividad física, dietas poco saludables y polimedicación, incrementando el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Detección precoz: clave en geriatría
La American Diabetes Association y las guías nacionales recomiendan:
- Medir glucemia en ayunas al menos una vez al año en adultos ≥45 años.
- Iniciar antes en personas con sobrepeso u obesidad y factores de riesgo (hipertensión, dislipemia, sedentarismo, antecedentes familiares de diabetes, obesidad abdominal).
En el adulto mayor, la detección temprana no solo previene complicaciones crónicas, sino que también permite intervenir antes de que se produzcan deterioros funcionales y cognitivos.
Complicaciones más relevantes en el adulto mayor
La diabetes mal controlada puede producir:
- Enfermedad cardiovascular (infarto, ACV).
- Insuficiencia renal crónica.
- Retinopatía diabética y pérdida visual.
- Neuropatía periférica, con riesgo de úlceras y amputaciones.
- Mayor susceptibilidad a infecciones.
- Fragilidad, caídas y fracturas, agravadas por la sarcopenia.
Estas complicaciones tienen un impacto desproporcionado en la persona mayor, ya que afectan directamente su autonomía y calidad de vida.
Estrategias de prevención y manejo
En geriatría, el manejo de la diabetes debe ser individualizado y realista, priorizando la seguridad y la funcionalidad del paciente.
Medidas preventivas:
- Alimentación balanceada, adaptada a la cultura y posibilidades del paciente.
- Actividad física regular, incluso en personas con limitaciones funcionales (ejercicios adaptados, caminatas supervisadas, entrenamiento de fuerza leve).
- Control de peso y circunferencia abdominal.
- Control periódico de presión arterial, lípidos y función renal.
Tratamiento:
- Metformina como primera elección en diabetes tipo 2, salvo contraindicaciones.
- Evitar fármacos con alto riesgo de hipoglucemia en pacientes frágiles.
- Educación sobre automonitoreo y signos de descompensación.
- Participación activa de familiares o cuidadores cuando sea necesario.
Un enfoque centrado en la persona
En el adulto mayor, el objetivo no es solo normalizar la glucosa, sino prevenir complicaciones, preservar la independencia y mantener la mejor calidad de vida posible.
El trabajo en equipo entre Médicos Clínicos, Geriatras, Nutricionistas, Kinesiólogos, Endocrinólogos y Psicólogos permite un abordaje integral, considerando las necesidades médicas, funcionales y emocionales del paciente.