Conoce qué es la sangre, de qué está formada y cuál es su función

Conoce qué es la sangre, de qué está formada y cuál es su función

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 12/05/2019

La sangre es un tejido que circula por capilares, venas y arterias. Está formada por una fase líquida, el plasma, constituido por proteínas, y una parte celular en la que están inmersos glóbulos blancos o leucocitos, glóbulos rojos o eritrocitos y plaquetas. La función de la sangre es vital, ya que defiende ante infecciones e interviene en el intercambio de gases y la distribución de nutrientes a todos los órganos del cuerpo. 

La sangre: qué es

La sangre (del latín: sanguis, ĭnis) es un tejido conectivo líquido que circula por capilares, venas y arterias de todos los vertebrados. Su color rojo es causado por la presencia del pigmento hemoglobínico contenido en los glóbulos rojos. 
La sangre está constituida por una fase líquida, representada por el plasma sanguíneo, donde están inmersos los elementos formes o células, que incluyen a los  los leucocitos (o glóbulos blancos) y derivados celulares, formados por eritrocitos (o glóbulos rojos) y las plaquetas. 
Su función principal es la logística de distribución e integración sistémica, cuya contención en los vasos sanguíneos admite su distribución (circulación sanguínea) hacia prácticamente todo el organismo.


Para qué sirve la sangre y dónde se origina

La sangre, tal como explican los expertos en Hematología, cumple múltiples funciones necesarias para la vida, tales como la defensa ante infecciones, los intercambios de gases (oxígeno-dióxido de carbono) y la distribución de nutrientes. 
Para cumplir con todas estas funciones cuenta con diferentes tipos de células suspendidas en el plasma. Cabe destacar que todas las células que componen la sangre se fabrican en la médula ósea. Ésta se encuentra en el tejido esponjoso de los huesos planos (cráneo, vértebras, esternón, crestas ilíacas) y en los canales medulares de los huesos largos (fémur, húmero). 

 

La sangre es un tejido en continua renovación en el organismo humano, lo que significa que la médula ósea se encuentra fabricando, durante toda la vida, células sanguíneas, ya que éstas tienen un tiempo limitado de vida. Esta “fábrica”, ante determinadas situaciones de necesidad, puede aumentar su producción. Por ejemplo, ante una hemorragia aumenta hasta siete veces la producción de glóbulos rojos y, ante una infección aumenta la producción de glóbulos blancos.

De qué se compone la sangre
Como todo tejido, la sangre se compone de células y componentes extracelulares. Estas dos fracciones tisulares vienen representadas por:

•    Los elementos formes: representados por células y componentes derivados de células.
•    El plasma sanguíneo: un fluido traslúcido y amarillento que representa la matriz extracelular líquida en la que están suspendidos los elementos formes. 
Los elementos formes constituyen alrededor del 45% de la sangre. Tal magnitud porcentual se conoce con el nombre de hematocrito (fracción "celular"), adscribible casi en totalidad a la masa eritrocitaria. El otro 55% está representado por el plasma sanguíneo (fracción acelular).

Los elementos formes de la sangre son variados en tamaño, estructura y función, y se agrupan en:
•    Las células sanguíneas, que son los glóbulos blancos o leucocitos, son células que "están de paso" por la sangre para cumplir su función en otros tejidos.
•    Los derivados celulares, que no son células estrictamente sino fragmentos celulares, son los eritrocitos y las plaquetas. Son los únicos componentes sanguíneos que cumplen sus funciones estrictamente dentro del espacio vascular.

Células sanguíneas:
1)    Glóbulos blancos (leucocitos). Forman parte de las células del sistema inmunitario. Son células con capacidad migratoria que usan la sangre como vehículo para tener acceso a distintas partes del cuerpo. Son los encargados de destruir los agentes infecciosos y células infectadas. Además, segregan sustancias protectoras como anticuerpos, que combaten las infecciones. El conteo normal de leucocitos está entre 4.500 y 11.500 células por mm³ (microlitro) de sangre, cosa que varía según las condiciones fisiológicas (embarazo, estrés, deporte, edad…) y patológicas (infección, cáncer, inmunosupresión, aplasia, etc.). Según las características microscópicas de su citoplasma (tintoriales) y su núcleo (morfología) se dividen en:
1.1.    Agranulocitos o células monomorfonucleares: son los linfocitos y monocitos. No tienen gránulos en el citoplasma y tienen nucleo redondeado:
a)    Linfocitos. El valor normal se sitúa entre 1.300 y 4.000 por mm³ (del 24 al 32% del total de glóbulos blancos). Su número aumenta en infecciones virales y cánceres y pueden disminuir en inmunodeficiencias. Son los encargados de hacer la tarea del sistema inmunitario. Hay dos tipos:
- Linfocitos B: Se encargan de la secreción de anticuerpos (sustancias que reconocen las bacterias, uniéndose a ellas para destruirlas). Son también las células encargadas de producir los componentes de suero en sangre, llamados inmunoglobulinas.
- Linfocitos T: Se encargan de reconocer las células infectadas por los virus y destruirlas, con la ayuda de los macrófagos. Estos linfocitos amplifican o suprimen la respuesta inmunológica global, regulando al resto de componentes del sistema inmunitario. Constituyen el 70% de linfocitos.
b)    Monocitos. El conteo normal está entre 150 y 900 células por mm³ (del 2 al 8% del total de glóbulos blancos), cifra que se eleva por infecciones ocasionadas por virus o parásitos, aunque también en algunos tumores y leucemias. Son células con núcleo definido.
1.2.    Granulocitos o células polimorfonucleares: son los neutrófilos, basófilos y eosinófilos. Son células con núcleo polimorfo y muchos gránulos en el citoplasma.
a)     Neutrófilos. Están presentes en la sangre entre 2.500 y 7.500 células por mm³. Son los más numerosos, ocupando entre un 55 y un 70% de leucocitos. Se encargan de capturar y digerir sustancias extrañas (bacterias o agentes externos) que entran en el organismo. Cuando hay una infección o inflamación su número aumenta en la sangre. 
b)    Basófilos. Están presentes en la sangre entre 0,1 y 1,5 células por mm³ (0,2- 1,2% de los leucocitos). Segregan sustancias como la heparina (de propiedades anticoagulantes) y la histamina (que contribuye en el proceso de la inflamación).
c)    Eosinófilos. Están presentes en la sangre entre 50 y 500 células por mm³ (1-4% de los leucocitos). Aumentan en enfermedades causadas por parásitos, en las alergias y en el asma. 

Derivados celulares:
1)    Glóbulos rojos (eritrocitos). Están en la sangre y transportan oxígeno al resto de las células. En humanos se forman en la médula ósea. Constituyen, aproximadamente, el 96% de los elementos figurados. Su valor normal se sitúa alrededor de 4.800.000 en la mujer y aproximadamente 5.400.000 en varones, hematíes por mm³. No son células propiamente dichas, ya que carecen de núcleo (lo expulsan en la médula ósea antes de entrar en el torrente sanguíneo). Su citoplasma está constituido casi en su totalidad por la hemoglobina, proteína encargada de transportar oxígeno, y también contiene enzimas.
2)    Plaquetas (trombocitos). Son fragmentos celulares pequeños, ovales y sin núcleo. Se producen en la médula ósea a partir de la fragmentación del citoplasma de los megacariocitos, y quedan libres en la circulación sanguínea. Su valor normal oscila entre 250.000 y 450.000 plaquetas por mm³. Las plaquetas sirven para taponar las lesiones que pudieran afectar a los vasos sanguíneos, coagulando la sangre. De esta forma, cuando se rompe un vaso circulatorio las plaquetas envuelven la herida para disminuir el tamaño y evitar el sangrado. En el proceso de coagulación las plaquetas forman coágulos (trombos), siendo responsables del cierre de heridas vasculares (trombosis). Para hacerse una idea, una gota de sangre contiene alrededor de 250.000 plaquetas. 

Por otra parte se encuentra el plasma sanguíneo, que es la porción líquida de la sangre donde están inmersos los elementos formes citados anteriormente, compuesto por un 91% de agua, un 8% de proteínas y trazas de otros materiales. Es el mayor componente de la sangre y representa un 55% del volumen total de la sangre. Además de transportar las células de la sangre, lleva los nutrientes y sustancias de deshecho que recoge de las células.
Dentro del 8% de proteínas que contiene se encuentran: aminoácidos, glúcidos, lípidos, sales, hormonas, enzimas, anticuerpos, urea, gases en disolución y sustancias inorgánicas, tales como el sodio, el potasio, el cloruro de calcio, el carbonato y bicarbonato. Asimismo, entre estas proteínas están:
- Fibrinógeno (para la coagulación)
- Globulinas (regulan el contenido del agua en la célula y forman anticuerpos contra enfermedades infecciosas)
- Albúminas (ejercen presión osmótica para distribuir el agua entre el plasma y los líquidos del cuerpo)
- Lipoproteínas (amortiguan los cambios de pH de la sangre y de las células, y hacen que la sangre sea más viscosa que el agua)