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Cirugía para la fístula anal

Cirugía para la fístula anal

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 07/06/2019

 

Una fístula es una conexión anormal entre dos partes, que se produce en el interior del cuerpo. Los síntomas pueden ir desde un ligero picor o escozor hasta un dolor agudo intenso, e incluso, aparecer sangrado o pus. La cirugía es el tratamiento más eficaz para aquellos pacientes que la sufren.

Una fístula anal es un trayecto que comunica el canal anal con la piel. Normalmente está causada por la infección de unas glándulas que se hallan en la llamada “línea dentada”, que es la zona donde acaba el recto y empieza el canal anal.

En la mayoría de los casos la infección es espontánea o idiomática, aunque en ocasiones va asociada a enfermedades inflamatorias del intestino, como por ejemplo la enfermedad de Crohn.

La forma aguda de la infección es el absceso anal, que suele controlarse con antibióticos o bien mediante desbridamiento quirúrgico. El 50-70 % de los casos evoluciona posteriormente al desarrollo de una fístula.

Normalmente los pacientes se someten a la cirugía de la fístula anal. Existen sólo algunos casos excepcionales de resolución espontánea y que no precisan una intervención quirúrgica. Sin embargo, cuando la fístula ya está establecida, el único tratamiento curativo es la cirugía.

Fístulas simples o complejas

Existen distintas maneras de tratar cada tipo de fístula. Dependiendo de si el trayecto de la fístula atraviesa o afecta más o menos a la musculatura esfinteriana anal (constituida por el esfínter anal interno y el externo), las fístulas se clasifican en simples o complejas, lo cual condiciona la técnica quirúrgica a utilizar.

En el caso de las fistulas simples, que afectan menos los esfínteres, la técnica más utilizada y con mejores resultados de curación a largo plazo es la puesta a plano, que consiste en abrir como un libro el tejido por el que pasa la fístula, para que cicatrice posteriormente. De forma más reciente, se ha desarrollado la técnica “lift”, que apenas secciona fibras musculares.

Las fístulas complejas, que incluirían los trayectos más profundos con afectación de mucha musculatura esfinteriana, fístulas recidivadas (ya operadas previamente) o las asociadas a otras enfermedades intestinales, precisan la aplicación de otras técnicas también de mayor complejidad, de cara a preservar  la musculatura esfinteriana y su función, para evitar una posible incontinencia postoperatoria.

Además, hay que tener en cuenta las opciones terapéuticas. Éstas van desde el llamado “colgajo de avance rectal” (una especie de plastia con la mucosa rectal), la utilización de pegamentos biológicos, parches de sustancias cicatrizantes (Surgisis) y  hasta la más reciente utilización del díodo laser  (FILAC: Fístula-tract Laser  Closure).

Postoperatorio

Dependiendo de la técnica utilizada  pueden existir algunas normas más específicas, pero de forma general todo lo que se precisa es seguir un reposo relativo los primeros días de postoperatorio, con analgésicos si se precisa y una buena higiene de la zona anal, recomendándose en algunos casos la aplicación de pomadas que favorezcan la cicatrización de las heridas.

 

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